Bochica: El Enviado Precolombino


Cuenta la leyenda que en 1540 un anciano cacique convertido al catolicismo confió una historia a los capellanes del licenciado - fundador Jiménez de Quesada. Aquella historia parecía sacada del mas enorme absurdo. Una historia transmitida de generación en generación y de la que solo tenían conocimiento los lugareños de las serranías de Pasca, Colombia. Una historia que cambió en un segundo la cara a aquellos capellanes. La historia de Bochica, el hombre venido de las estrellas.

Según esta leyenda, que data de la época precolombina, mientras que en Pasca, al oriente de Santa Fe,  se celebraba la fiesta de Huan por la recogida de la cosecha y cuando mas concurrida de gente se encontraba, algo extraño bajó del cielo.  Los indígenas del lugar lo describieron en su día como “una casita de luz”. Dicho artefacto chamuscaba la hierba según bajaba por efecto de lo que describieron como un “fuego invisible” del cual no emanaba humo ni llamas.

De aquel objeto del color “de la plata batida” redondo y de grandes dimensiones  y el cual se detuvo a pocos centímetros del suelo, salió un hombre desconocido y tambaleante al que desde aquel momento decidieron darle el nombre de Bochica, “Supremo Dios de la Tierra y Patrono de los Caciques”.

Era de gran estatura, afable, pacifico y muy comunicativo, quien hablando en su misma lengua prometió a los Chibchas convivir con ellos y ayudarles por muchos zocames (años) hasta que se cumpliera veinte de treinta y siete lunas, ósea un zocam-gueta, equivalente a 70 años de los nuestros, al cabo de los cuales se marcharía con el viento, como al parecer ocurrió.
 
 
 Panoramica de Pasca  Retrato de Bochica

Cuando aquellos capellanes escucharon la historia del viejo cacique, no tardaron en achacar al maligno la aparición de aquel objeto volador y de su enigmático tripulante. Tal fue el caso, que procedieron a bendecir todos los lugares por los que según aquella vieja historia indígena, el hombre venido de las estrellas había pisado. A día de hoy todavía quedan caminos rurales en Boyacán donde existen aquellos viejos puntos de oración donde acuden los campesinos  a espantar al diablo.

Los únicos documentos competentes para precisar la figura de Bochica son los escritos por los misioneros españoles durante su estancia en el Nuevo Reino de Granada. Muchos de los valiosos elementos manuscritos se refrescan magistralmente en la producción histórico-literaria del Padre Pedro Simón, Lucas Fernández, de Piedrahita, del cura Aguado y de Juan de Castellanos, minuciosos cronistas del siglo XVI, para quienes no fue indiferente la misteriosa aparición de Bochica y su periplo por las tierras del Nuevo Mundo.

Todos estos materiales informativos, de primera mano, sirvieron para elaborar un “retrato robot” del misterioso hombre de las estrellas. Historiadores, anatomistas, especialistas en dibujo manual e imagen por ordenador prepararon el perfil aproximado del presunto extraterrestre precolombino. De dicho estudio no se conserva copia alguna, ya que al parecer cuando falleció la persona que lo custodiaba pasó a manos de un grupo de personas refractarias a esta clase de retrospecciones y lo destruyeron.

Al parecer lo único que ha podido saberse de aquel estudio, es que Bochica tendría sesenta años cuando aterrizó en Pasca. De piel blanca, limpia y sonrosada y rostro amable cubierto por una espesa barba. Sus ojos eran grandes y expresivos y su pelo encanecido.

En la vieja leyenda se cuenta que “andaba lentamente con paso majestuoso y se alzaba entre la multitud” al parecer este enigmático personaje también contaba con la facultad de levitar, según la vieja historia chibcha.

En su “Memoria sobre Antigüedades Neo-Granadinas”, el consumado americanista don Ezequiel Uricoechea y Rodríguez dejó constancia en 1854 de la historia de Bochica:

“...no puedo terminar sin decir algo mas respecto del personaje misterioso que en tiempos remotos les sirvió de legislador y al que veneraban como un Dios. Llegó por el Oriente sin que sepamos como. Traía una barba larga y cabellera atada atrás con una cinta y una túnica sin cuello. Se apareció una tarde al ocultarse el sol en lo alto de un arco iris. Convocó a la nación y les ofreció remedio a sus males, no suprimiendo los ríos que podían serles útiles, sino dándole salida”.


Es obvio que Bochica dejó huella en aquellas tierras colombianas. Pero no solo en la memoria histórica de la cultura de aquella región, sino físicamente. Sobre una piedra arenisca de un viejo camino de Cuitiva, población del Departamento de Boyacá y cercana al Templo del Sol,  construido por su inspiración sobre el valle sagrado de Suamox, lo que hoy en día es Sogamoso.

Esta prueba encaja perfectamente en el confuso rompecabezas prehistórico construido por paleontólogos y arqueólogos que han examinado la zona de Cuitiva. La huella nunca se ha sometido al Carbono 14, si bien los especialistas no encuentran ningún problema para la datación de la misma. Basta observar la fina capa de oxidación que la cubre para comprobar que el proceso de sericitacion ha transformado lentamente los feldespatos de la zona por acción químico-mecánica de agentes ambientales, un proceso que solamente te da en piedras de una gran antigüedad.

La huella mide 28 centímetros de largo por 9,5 de ancho en la franja metatarsiana y corresponde al pie de un bípedo, de extraordinario desarrollo muscular-esquelético, que debió pesar 85 kilos y medir 1,90 metros, una talla imposible en la comunidad chibcha que son gente pequeña por lo general.

Pero no solo la huella en la piedra arenisca es la única referencia que podemos encontrar sobre Bochica. En Villa de Leyva, junto a las inmediaciones del Observatorio Astronómico Precolombino de “El Infiernito”, se desenterró una estatua de piedra correspondiente a la figura de un hombre de una gran corpulencia.. Esta figura de piedra arenisca y que según la historia representaba la imagen de un hombre de gran nobleza  fue destruida lamentablemente  por los campesinos de la zona, con el fin de desterrar los demonios y los malos espíritus de la comarca.  Solamente queda una mano de la estatua en cuestión. Una mano que parece ser se situaba sobre el pecho o el mentón del aquel personaje. La mano corresponde al brazo derecho y era parte de un cuerpo de al menos dos metros de altura y aparece abierta y en tranquilo reposo. Sus medidas son 25x15 centímetros y fue labrada con exquisito gusto y esmero en piedra arenisca, de grano fino, fácil de pulir y a juzgar por la oxidación que la baña, especialmente notoria en las líneas de fractura, debió de ser esculpida en la época anterior a la conquista española, lunas después del aterrizaje de Pasca.

Otro dato a tener muy en cuenta es el lugar donde se encontró la misteriosa estatua. Como ya hemos visto ese punto es el correspondiente al Observatorio precolombino de “El Infiernito” en Villa de Leyva. Esto hace indicar de la importancia del personaje homenajeado en la estatua, que al parecer y según algunos estudios podría corresponder al gestor de dicho Observatorio.

Este Observatorio fue el centro mas importante del saber en aquellos tiempos. Se puede decir que prácticamente es el Stonehenge precolombino. Además de todo esto, el Observatorio del “Infiernito” es una copia exacta al crónlech de Carnac, en la Bretaña francesa, una réplica que cuanto menos resulta inexplicable. 

No cabe duda que para la construcción de este observatorio, los aborígenes del lugar tuvieron que disponer de la sabiduría y los conocimientos de un “arquitecto” muy especial.  El Observatorio de Leyva está construido sobre un rectángulo de tierra arenosa de 34,30 X 11,60 metros sobre el que erigieron 112 columnas de piedras dispuestas en dos hileras. Dichas columnas están separadas entre si por una distancia que abarca entre los 0,38 centímetros hasta los 6,50 metros. De altura variables, las columnas se encuentran en una sección cilíndrica de 6,80, 3,40 y 2,75 metros. Por otra parte, el rectángulo está orientado hacia los cuatro puntos cardinales. Así pues, su eje longitudinal va de Este a Oeste y el transversal lo hace de Norte a Sur.

Las columnas desempeñan una importante tarea, como son servir de ayuda para observar el orto y el ocaso del sol y de la luna, localizar planetas y realizar complejas mediciones matemáticas conforme al movimiento de los distintos astros sobre las líneas del triangulo y las diagonales del conjunto. Gracias a ello, podemos considerar el Observatorio de “El Infiernito” como el ordenador lítico mas ingenioso y exacto del mundo antiguo.

Los arqueólogos no se ponen de acuerdo en cuanto a la finalidad de esta construcción. Unos sostienen que sirvió para fijar las fecha de las consagraciones sacerdotales, la hora para celebrar rituales mágicos y el culto astral. Otros en cambio, aseguran que el observatorio precolombino servía para calcular las temporadas de sequía o de intensas lluvias, determinantes en la recolección de las dos cosechas anuales de quinua (chenopodiun quinue), un grano rico en aminoácidos muy consumido por los nativos del lugar. 

Para Eric Von Daniken, aquel ingenio fue construido para determinar los días que se podría engendrar o evitar la cúpula . Incluso llegó a plantear la posibilidad del paso por aquella zona de los Ogino-Knaus del paleolítico con l fin de divulgar la buena nueva de la esterilidad cíclica de la mujer. Es por ello que muchos consideran que el observatorio fuera en realidad un instrumento para saber que momento seria el mas idóneo según el cielo para la siembra de la semilla humana.  Un dato a tener en cuenta es la proximidad del lugar a la tenebrosa laguna de Iguaque, y que según la cosmogonía chibcha, es la cuna de la humanidad, la cual tuvo su origen en Bachue, la Eva precolombina.

Observatorio de "El Infiernito", en  de Villa de Leyva

Uno de los episodios mas enigmáticos de la estancia de Bochica entre los Chibchas, es el  correspondiente a una increíble proeza hidráulica. Según escribió en 1624 Fray Pedro Simón en sus “Noticias Historiales del Nuevo Reino de Granada”, la sabana de Bogotá estaba convertida en un inmenso lago “desde tiempos muy atrasados", el cual golpeaba con fuerza a los nativos del lugar en la época de las lluvias torrenciales, haciendo de esa manera que con frecuencia se dieran muchas inundaciones en la zona. Como es lógico, en aquellas fechas esto era sinónimo de Apocalipsis, ya que las cosechas quedaban diezmadas, trayendo consigo el hambre y el desastre total para los lugareños.

Pero parece ser que cuando el maestro Bochica supo de tal aflicción, ofreció solucionarla poniendo por testigo a Cuchavira (el arco iris) y lo cumplió desde la orilla de la gran inundación. Subido a una pequeña eminencia del terreno, Bochica extendió su brazo y “arrojó entonces la vara de oro que tenía en las manos, abriendo esta brecha suficiente en las rocas del Tequendama, por donde se precipitaron las aguas dejando enjunta la llanura y mas fértil por el limo acumulado” (E. Uricoechea. “Memorias Neo Granadinas”. 1854).

El salto del Tequendama, al sur de Bogotá, tiene una caída de 145 metros. Según los indios, Bochica utilizó su vara de oro para producir tal prodigio. Pero, ¿qué era realmente aquella vara?. ¿qué instrumento en aquella época era capaz de originar un efecto de tal magnitud?. O lo que es mas impactante: ¿Acaso aquel personaje utilizó un tipo de energía con suficiente poder para pulverizar las rocas que retenían las aguas, formando de esa manera el salto del Tequendama ?. Y otra pregunta mas, ¿cómo retiró las enormes rocas desprendidas en tan corto espacio de tiempo?. 

Muchos investigadores y estudiosos del tema aseguran que un prodigio de tal magnitud solo seria posible por la desintegración del plutonio u otro elemento radioactivo como por ejemplo el uranio 235, produciendo de esta manera una energía lo suficientemente poderosa para vaciar el lago de forma tan eficaz en pocos segundos. No de otra forma se puede explicar tal operación hidráulica, que si la tuviéramos que acometer hoy en día, nos llevaría a emplear una estrategia similar y de muy alto coste.

La leyenda chibcha asegura que a raíz del fulgurante haz lumínico desprendido de la vara de oro de Bochica, los acantilados se evaporaron, mientras que las aguas del lago hervían al soplo de un fuego devastador, al mismo tiempo que la luz del sol se volvió opaco con las cenizas y el polvo que esmerilaban el entorno. Los árboles perdieron sus hojas, abatidas por un torbellino salido de las entrañas del valle y aun cuando era sua-mena (mediodía), apareció Za (la noche), cubriendo toda la naturaleza. Las aves huyeron espantadas y los animales de los páramos corrían enloquecidos sin saber que dirección tomar. ¿Es acaso el relato primitivo de los chibchas referente a una explosión atómica?. Cuanto menos da que pensar.

Muchos sostienen que el vaciado del lago bien pudiera haberse hecho a partir de una operación dificultosa en aquellos tiempos, como la construcción de  canales, acequias y atarjeas,  y que todo estaría adornado por la imaginación de los nativos. Puede, pero ¿por qué no hay restos de ello en toda la zona?. Además, lo que describieron los chibchas a los españoles, nada tiene que ver con canales ni acequias. Ni mucho menos con casitas volantes llenas de luz que se quedan flotando en el aire a pocos palmos del suelo. Muchos detalles para tan rocambolesca historia. Y que decir del Observatorio de “El Infiernito”. ¿Cómo unos nativos, a los que la siembra era su única preocupación en la vida, tenían un conocimiento tan inmenso para construir tal instrumento de medición con una precisión exacta de todos los cuerpos celestes del firmamento?. 

Salto del Tequendama Bochica realizando el prodigio del lago

De los últimos días de Bochica entre los Chibchas no se encuentra muchos datos. Los cronistas del siglo XVI apenas hacen referencia a los acontecimientos acaecidos poco tiempo antes de la partida del “hombre de las estrellas”. Así pues, el Padre Simón en su “Noticias Historiales”, asegura que la marcha de Bochica tuvo que ver con acto luctuoso y repasa los últimos sunas (meses) de su vida itinerante, que dicho sea de paso fue muy activa, ya que según recoge el religioso en su obra, Bochica se dedicó a visitar a los caciques amigos, organizar talleres para enseñar a fabricar telares y la tinturacion y l tejido de mantas, dejando a manera de manual de instrucciones, un diseño mecánico pintado “en alguna piedra lisa y bruñida, por si se les olvidaba” . En su manuscrito, el Padre Simón asegura que Bochica desapareció como por arte de encantamiento en el Valle Sagrado del Templo Solar.

En cambio, para Fernández de Piedrahita, el suceso tuvo mayor trascendencia y sitúa el episodio de la desaparición de Bochica justo en el Valle del Suamox, como argumenta el Padre Simón. El relato de Piedrahita es mas minucioso y explicito ya que añade elementos de juicio que lo mejoran notablemente: “Hacer morir” a Bochica de muerte prosaica, para luego “catapultarlo” al cielo “en el mesmo cuerpo, no en anima”. Lo que no menciona Piedrahita es sin duda uno de los datos mas importantes sobre la marcha de Bochica, como es la identidad de aquellos que pusieron en "orbita" a Bochica y el “empaque” en que fue “remesado” .

Todo a cerca de la figura de Bochica es un misterio. Para unos, no es mas que un adorno de las primitivas historias precolombinas. Para otros la presencia de un hombre errante de gran sabiduría al que supo transmitir sus conocimientos al pueblo Chibcha. Y como no, para algunos, la llegada de un ser de otro mundo que dio muestras de sus conocimiento y tecnología. 

Y sobre este ultimo punto hay algunos detalles que no se pueden dejar escapar. ¿Un extraterrestre precolombino?. 

América central y Sudamérica rebosan de construcciones y todo tipo de esculturas que hacen referencia a sus primeras culturas, y en todas nos podemos encontrar con auténticos quebraderos de cabeza que desafían a la lógica. Las pistas de Nazca, las piedras de Ica, las esferas de Puerto Rico...son algunos de los tantísimo ejemplos de enigmas asociados a las distintas culturas que poblaron en su día el continente americano. Tantos misterios, tantos enigmas...no puede ser casual.

El gran escritor navarro Juan José Benítez, publicó en 1979 “El Enviado”. En dicha obra Benítez examina a fondo el fenómeno de la Sábana Santa de Turín y cada uno de los detalles que muestra el hombre del lienzo. Uno de los datos que mas llama la atención es cuando hace referencia a unas investigaciones realizadas por científicos de la NASA sobre la síndone, y en el cual se asegura por parte de los especialistas norteamericanos que para formarse la imagen tridimensional en la sábana, el hombre que estuvo cubierto con ella tuvo que irradiar un tipo de radiación o energía desconocidas, de tal manera que su silueta quedara grabada en el lienzo de Turín. Según los estudios realizados, el hombre de la Sábana Santa mediría 1,80 metros de altura, 80 kilos de peso y una edad comprendida entre los 30-35 años.

¿Y que tiene que ver Bochica en todo esto?. Pues mas de lo que podamos pensar. Si supuestamente, el hombre de la sábana se tratase en realidad de Jesús de Nazaret, estaríamos hablando de un personaje que hace 2000 años se caracterizó por realizar hechos asombrosos y por predicar sus enseñanzas allá por donde estuvo, por lo menos así lo recogen los evangelios. Como hemos podido ver con anterioridad, los nativos chibchas relatan a los españoles los distintos hechos inexplicables realizados por aquel hombre que bajó del cielo, al mismo tiempo que afirmaron, que mientras Bochica estuvo entre ellos, éste les ensenó gran parte del conocimiento que atesoraba.

Obviando la edad entre ellos, la altura y el peso del hombre de la Sábana Santa y de Bochica, son prácticamente iguales. Estamos hablando de dos hombres de una altura comprendida entre 1,80 y 1,90 metros y un peso que rondaría los 80 - 85  kilos, todo esto gracias a los estudios realizados sobre la síndone de Turín y sobre la supuesta huella en piedra arenisca dejada por Bochica en el viejo camino de Cuitiva. En época de Jesús, un hombre con una estatura y peso de esas características está claro que se destacaba por si mismo, ni que decir entonces de la presencia entre los Chibchas de un hombre de esa corpulencia, ya que estaríamos hablando de un autentico gigante, dada la estatura media de aquellos nativos, que generalmente eran de altura mediana.

La llegada de ambos también tiene cierto paralelismo. Los dos llegaron en medio de una gran luz en el cielo. A uno lo iluminó una rara “estrella” para anunciar su llegada. El otro llegó del cielo en una “casita de luz”.

Pero lo mas desconcertante es el posible uso de un tipo de energía desconocida por parte de estos dos personajes. Por un lado nos encontramos de lleno con los estudios realizados por la NASA a finales de los setenta, donde hacen hincapié en el desprendimiento de algún tipo de radiación o energía desconocida por parte del hombre de la Sábana Santa para dejar impresa su imagen tridimensional en la misma. Por otra parte, y como hemos visto anteriormente,  el enigmático Bochica parece ser que utilizó un tipo de energía lo suficientemente potente como para realizar el prodigio del lago, prodigio que los Chibchas describieron con sumo detalle a los españoles.

¿Pudo ser Bochica otro “enviado”?, o lo que es mas enigmático: ¿Era acaso el mismo personaje que hace 2000 años dejó marcada su figura en el lienzo que se guarda en Turín?.



 
 







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