En 1915 ocurrió lo que muchos investigadores han denominado como el primer expediente x español, sobre todo en lo que concierne al tema poltergeist. Sucedió en un domicilio de la valenciana plaza del Esparto, en el número 7, donde habitaba la familia Colomero. En el entresuelo de dicho domicilio comenzaron a escucharse extraños ruidos y siempre a la misma hora, por la mañana, al final de la tarde y de madrugada, con el consiguiente miedo y sobresalto entre los vecinos del inmueble. El caso pronto empezó a correr de boca en boca entre los habitantes de aquella zona y llegó incluso a convocar una gran multitud de curiosos a todas horas a los pies del edificio. Los extraños sucesos que se estaban manifestando en la plaza del Esparto, no pasaron desapercibidos por la prensa local, que no tardaría mucho tiempo en hacerse eco de la noticia. Un mes mas tarde la situación era ya desesperada para los inquilinos del inmueble, llegando incluso a tomar cartas en el asunto la fuerza pública, por orden expresa del gobernador civil Motilla y coordinada por el juez municipal García Mustieles. El 6 de julio de 1915 pasará a la historia del tema paranormal en nuestro país, por producirse la primera intervención de la Fuerza Pública del Estado ante un caso de fenómenos paranormales. El inspector Provincial, el Jefe de la Policía y el capitán Alicart, junto con 40 miembros de la policía, acordonaron la zona y rastrearon minuciosamente el edificio. Sobre las diez de la noche empezaron los ruidos, y después de largas pesquisas no lograron encontrar una explicación lógica a todo aquel absurdo. Sin embargo, al final de las investigaciones y en un comunicado oficial, el Gobernador Civil expuso que las conclusiones a las que se había llegado eran las siguientes: “He aquí la causa. Dos camas, un armario que antes no lo era, una pared mediera que divide dos casas, un tabique vibrante o que debe vibrar. Todo esto produce los ruidos. Lo produce seguramente”. En fin, una explicación muy “casera”. Pero la cosa no quedó ahí. Los ruidos siguieron y siguieron. Cada vez más estruendosos y tremendos, incluso pasaban del piso de los Colomero a las paredes de la escalera y de éstas a las vigas. Nadie comprendía nada. Nadie encontraba explicación ante aquellos dramáticos fenómenos que se estaban dando en aquel inmueble. Mientras tanto, en la calle, seguían amontonándose los curiosos todos los días a media tarde, deseosos de escuchar o presenciar esos incidentes inexplicables que se producían en el hogar de los Colomero. Tanta fue la expectación que levantaba el caso, que la policía tuvo que intervenir constantemente para disuadir a la muchedumbre con espectaculares cargas, de las que se derivaron auténticas batallas campales en los alrededores de la castiza plaza del Esparto. Los medios de comunicación de la ciudad mostraban su malestar por tan caótica situación, a la que tildaban de vergonzosa por todos los incidentes que a diario se producían alrededor de la casa de la familia Colomero. El 8 de julio el Ayuntamiento mandó a elaborar un informe al arquitecto jefe municipal Aymani. Este junto a una cuadrilla de obreros, cortaron la zona peatonal al inmueble, rastrearon todas las calles adyacentes, el alcantarillado, e incluso se colocaron micrófonos en las paredes del edificio para comprobar en que lugar se originaban los extraños ruidos. Nada. No encontraron nada. No pudieron demostrar que era aquello que estaba atormentando a los temerosos vecinos. El 13 de julio de 1915 el enigmático fenómeno se marchó de la misma manera que vino. A día de hoy, aquel caso sigue siendo todavía un misterio, un caso que décadas más tarde se volvería a repetir en un céntrico edificio de Zaragoza y que a día de hoy no ha recibido explicación científica alguna.