Según cuentan las Santas Escrituras, una vez desclavado Jesús de la cruz fue llevado a una cueva que previamente había sido preparada por José de Arimatea para dar sepulcro al hijo de Dios. Una vez allí, se procedió al ritual fúnebre hebreo. Según la historia, Jesús fue colocado sobre una tela que le cubría totalmente su cuerpo, tanto su parte inferior como superior, al mismo tiempo que colocaban el cadáver de Cristo tumbado sobre una gran roca a modo de lecho mortuorio. Posteriormente el sepulcro fue sellado a su entrada con otra roca de grandes dimensiones.
A los tres días, uno de los discípulos de Jesús encontró la roca de la entrada desplazada . Una vez dentro observó como el cuerpo de su maestro había desaparecido, quedando solo en aquel fúnebre habitáculo la gran tela que envolvió su cuerpo durante tres días. Una tela, que 2000 años después, supuestamente descansa en una gran urna de plata en la Catedral de Turín, y digo supuestamente por que a día de hoy , La Sábana Santa y el individuo que fue cubierto con ésta, siguen siendo un misterio y un desconcierto enorme para la Iglesia y la Ciencia.
De la historia de la Síndone no se conocen apenas noticias hasta el siglo XIV cuando fue introducida en Europa a raíz de las Cruzadas que libraban en Tierra Santa cristianos y musulmanes. Parece ser que la Orden del Temple que era la encargada de proteger los Santos Lugares, se encargó de transportar las Santas Reliquias a Europa para evitar que los signos sagrados del cristianismo cayeran en manos musulmanas.
Pero aunque hasta el siglo XIV no se tuvo certeza de la existencia de la Síndone, hay indicios y testimonios que enclavan dicha tela en Jerusalén, concretamente hasta el siglo VI, donde fue conducida a la ciudad turca de Edessa. De allí pasó a la capital, Constantinopla en el siglo X. En 1204 y ante la conquista de dicha ciudad, la Sábana Santa llegó hasta Francia, donde muchos investigadores apuntan a Rennes le Chateau como posible destino del lienzo.
Desde allí prosiguió su recorrido por tierras galas. En 1353 fue llevada a Lirey donde fue venerada durante cien años para pasar posteriormente, en 1453 a Chambery de mano del Duque de Saboya. Finalmente en el año 1578, la enigmática tela fue trasladada y venerada en la ciudad italiana de Turín.
La Sábana Santa mide 4,30 metros de largo por 1,10 de ancho y en ella aparece la figura de un individuo de 1,80 aproximadamente, con barba y con señales de haber sido torturado. En la Síndone pueden apreciarse heridas en todo el cuerpo, tanto por delante como por detrás. En la parte frontal y dorsal se aprecian marcas de latigazos, heridas en brazos y piernas, así como manchas de sangre en la cara, sobre todo en la frente, y para mas coincidencias del hombre de la sabana con Jesús de Nazaret, sobre su costado derecho presenta una hendidura producida por un objeto punzante que según los forenses como algunos arqueólogos que han examinado el lienzo, tiene todas las características de una lanzada. A parte de todo esto, el dato que demuestra que posiblemente el hombre de la sabana fue crucificado son las heridas que presenta en las muñecas, ya que muy al contrario de lo que popularmente se piensa , en la crucifixión se clavaba los clavos en la región metacarpiana de la muñeca , es decir, entre los dos huesos de ésta, por que de lo contrario, si se clavase en las palmas de las manos, éstas se desgarrarían ya que no aguantarían el peso del cuerpo. Así pues en la imagen de la tela se puede observar como los dedos pulgares de ambas manos aparecen recogidos. Esto es producido al daño que provocaba en los tendones del dedo pulgar al ser clavado por las muñecas. Además de todo esto, la Sábana Santa presenta una series de quemaduras en sus extremos como consecuencia de un terrible incendio en 1532.
Durante una exposición de la Síndone en 1898, el abogado italiano Secondo Pia fue autorizado por las autoridades eclesiásticas para tomar varias fotografías del lienzo. Pero cual fue su sorpresa, que al revelar las placas en su estudio la imagen del negativo mostró la figura del hombre de la sabana con gran claridad . Al invertir los claros y los oscuros, la imagen ofreció todos sus detalles llegando a la conclusión de que la Sabana Santa en realidad es un negativo natural, cosa imposible y que después de tantos y tantos estudios sobre ello, nadie ha conseguido dar una explicación a tal fenómeno. Posteriormente en 1931 y 1934 se exhibió de nuevo la Síndone para la veneración de los fieles, aprovechando esto para hacer nuevas pruebas fotográficas y constatar lo que en 1898 había descubierto Secondo Pia.
En 1969 se le realizaron pruebas con luz ultravioleta e infrarrojos, comprobándose que no había ningún resto de pintura o pigmentos tanto vegetales como animales. Mas tarde, en 1973, se obtuvieron tejidos y muestras de la sábana llegando a la conclusión de que la tela en cuestión estaba fabricada por elementos propios de Palanca, región próxima a Jerusalén y que además contenía una gran variedad de polen, concretamente 58 tipos de los distintos lugares por donde se cree que paso la Síndone, incluidos de Constantinopla y Jerusalén, así como de las proximidades del Mar de Galilea.
En 1978 se creó el proyecto Sturp, con la intención de descubrir el motivo de la formación de la supuesta imagen de Jesús en la Sábana. Este proyecto partía de la base de que el cuerpo de la tela que se custodia en Turín era tan solo una magistral obra de arte de un pintor de la Edad Media, época en la que las falsificaciones de Santas Reliquias estaban a la orden del día.
Pero pronto se dieron cuenta de que aquella tela de mas de cuatro metros contenía muchos puntos desconcertantes para la ciencia. Así pues, procedieron a examinar la Sábana tanto por su parte superior como inferior y comprobaron que al aproximar una luz a la parte de atrás de la Síndone en la parte superior de esta se hacía inapreciable la figura pero sin embargo seguían siendo visibles las manchas de sangre y las quemaduras de los bordes, apreciación que descartó de manera tajante la posibilidad de falsificación alguna por parte de elementos pictóricos. Al margen de esto, en la parte dorsal de la Síndone se encontró una capa de restos de piedra caliza, lo que alimentaba la hipótesis de que el cuerpo envuelto en la tela estuvo descansado sobre una superficie rocosa y lisa. Dichos restos fueron también analizados, confirmando posteriormente que se trataba de elementos de una piedra caliza muy común en las afueras de Jerusalén, lugar donde se dio sepelio a Jesús.
Posteriormente recogieron muestras de sangre para analizarlas en el laboratorio. Lo resultados no pudieron ser mas claros. La sangre recogida de los tejidos de la Sábana es humana y de tipo AB.
Diez años mas tarde, en 1988, se le realizó a la tela la prueba del Carbono-14 para datar con exactitud la antigüedad del misterioso lienzo. Pero para sorpresa de todos, el resultado dejó al misterio de la Sábana Santa muy tocado, ya que muy en contra de lo que pensaban muchos investigadores, las pruebas dictaminaron que la tela de la Sábana no tenía mas de seiscientos años de antigüedad. Un varapalo muy duro, sobre todo cuando gran parte de la ciencia y de la iglesia esperaban ansiosos que se confirmara que dicha tela databa de la época de Jesús de Nazaret. Algo había pasado. Eran muchos puntos, muchas claves, muchas coincidencias. ¿Pero que?.
El misterio de la Sábana Santa quedó empañado por las pruebas del C-14 hasta que en 1996 el profesor de Microbiología de la Universidad de San Antonio (Texas), Leoncio Garza Valdés, pudo analizar directamente un trozo del lienzo de Turín, comprobando posteriormente que la tela de la Sábana estaba contaminada por una fina película de micro bacterias que no se puede eliminar con los tratamientos de limpieza que se efectúan en las pruebas del C-14, dando por concluido y demostrando a la opinión científica que dicha contaminación de bacterias y hongos sobre la tela son capaces de alterar los resultados de las pruebas efectuadas en 1988. Tal es así, que a día de hoy se sigue trabajando para encontrar un tratamiento efectivo para eliminar esa fina película de compuesto biológico.
Eso dio pie a seguir investigando con mas ahínco la enigmática prenda de Turín. Pero mientras se sigue esperando la datación concreta del lienzo, había y hay todavía un punto que trae de cabeza a muchos de los investigadores. ¿cómo se formó la imagen o mejor dicho, como quedó imprenta esa figura en la tela?.
Nadie a podido hasta el momento aclarar la formación de la imagen del hombre de la sábana. Mil y una hipótesis han sido puestas sobre la mesa de la ciencia para demostrar el origen de ese misterio. Mil y una pruebas y experimentos han efectuado los científicos e investigadores para conseguir el mismo efecto en una tela de lino, pero nada hasta ahora. Nadie ha sido capaz de demostrar como se grabó la imagen del torturado hombre del lienzo de Turín. Pero lo que si certifica la ciencia y eso es en lo que se agarran para aclarar el enigma, es una radiación producida por aquel individuo que posiblemente fue lo que dejó marcada la Síndone. Una radiación desconocida para los científicos, pero que aseguran que tuvo que ser de una enorme intensidad y no por mucho tiempo. ¿Que cadáver es capaz de algo así?.
Y es que según las investigaciones, la sábana ostenta un gran índice de radiación, de una energía desconocida hasta el momento y que parecer ser que chamuscó el lienzo dejando grabado el cuerpo de una manera perfecta. Pero el misterio de la Sábana Santa se extiende aún mas si cabe. Si en Turín descansa la tela con la que cubrieron el cuerpo de Jesús, en Oviedo se conserva un sudario, el cual dice la historia, que se utilizó para cubrir la cabeza de Cristo.
El Sudario, como su nombre bien indica, se utilizaba a modo de pañuelo para limpiar el sudor o simplemente para secarse la cara, fue introducido en España allá por el siglo VII, por lo menos así se recoge en el Diccionario Eclesiástico Español. El Santo Sudario o Pañolón de Oviedo es una tela de lino, al igual que la Sábana Santa, de 85,5 centímetros de largo por 52,6 de ancho. En ella se pueden apreciar manchas de sangre que según los estudios realizados a lo largo de los años, pertenecen sin lugar a dudas a un hombre ajusticiado y que al parecer, coinciden algunas de ellas totalmente con las manchas de sangre de la Síndone de Turín. Pero hay mas, puesto que una vez analizada la sangre del Pañolón, esta dio como resultado que se trataba del tipo AB, es decir, del mismo tipo que la de la Sábana Santa.
Las referencias históricas del Sudario nos llevan a Jerusalén cuando en el año 614 d.c Palestina fue invadida por los Persas. Esto propició que el pañuelo fuera trasladado a Alejandría (Egipto) y de allí y ante el progresivo avance del ejército Persa, fue recorriendo el Oeste por toda la costa africana, hasta llegar a España en el año 617 d.c, donde fue recogido en el puerto de Cartagena por el Obispo de Ecija, San Fulgencio. Mas tarde pasaría a manos del Obispo de Sevilla, San Isidoro, que se lo llevó a Toledo cuando éste fue nombrado Obispo de dicha ciudad. Allí fue conservada hasta el año 711, ya que ante la invasión de la Península por los musulmanes, se decidió mandar el Sudario al norte del país, concretamente a los montes del Monsacro, en Asturias, donde fue enterrado, hasta que en siglo VIII fue trasladado a Oviedo.
Teniendo en cuenta los testimonios de Apóstoles y seguidores de Jesús, cuando Simón Pedro entró en el Santo Sepulcro, solamente encontró el lienzo con el que habían cubierto el cuerpo de Jesús...y otro mucho mas pequeño plegado en un rincón y que según la historia, pertenecería al sudario con el que fue tapado el rostro de Jesús en el momento de ser desclavado y trasladado a la cueva donde recibió sepultura. Esto se debía a una costumbre judía de la época, ya que si el rostro de un ajusticiado estaba desfigurado o mutilado era obligado cubrirlo para que no pudiera ser visto por la gente. Según los últimos estudios realizados sobre el Pañolón de Oviedo, éste y la Sábana Santa de Turín son complementarios y parece ser que pertenecieron al mismo hombre, un hombre llamado.. ¿Jesús?
