Cuando la Virgen Llora


Imagínese que está rezando en una iglesia. Frente a usted, la imagen de la virgen de la que es devoto/a. De repente, tras concluir su oración, abre los ojos, levanta la mirada, y observa con frialdad como de dicha imagen empieza a brotar sangre por sus ojos. La escena es tremenda. Hay que vivir esa experiencia para saber como se reacciona ante un caso así.

El fenómeno de las vírgenes que lloran. Un fenómeno que ha creado más de una controversia en el ámbito científico y eclesiástico. Son muchísimos los casos en todo el mundo y son cada vez más los que relacionan éstos sucesos con mensajes divinos. Veamos algunos de los casos más famosos.

Uno de los primeros casos de los que se tiene constancia, fue el ocurrido en 1420 en la localidad alicantina de Concentaina. En aquella ocasión, una imagen de la Madre de Deu comenzó a llorar sangre.

En septiembre de 1911 la pintura de un cristo del Sagrado Corazón empezó a sangrar levemente por la cabeza y las palmas de las manos en la iglesia francesa de Mirebeau en Poitou. Tres meses después, en plena Navidad, la sangre no solo brotaba de la cabeza y las manos sino también del corazón. En Marzo de 1912 la imagen empezó a sangrar mucho más y muchos feligreses culpaban de ello al párroco, el cual tenía muchísima fe en las imágenes de su iglesia. Pero no sólo el cristo sangraba, además del Sagrado Corazón, varias imágenes también habían sido vistas emanando sangre, como es el caso de una virgen de dicha iglesia.

El párroco fue excomulgado, según parece por dedicar tanto tiempo a los feligreses y curiosos que querían ver el prodigio. En 1915 falleció el párroco y paradójicamente, el cristo dejó de emanar sangre.

La iglesia de San Ignacio, en Roma, también alberga la imagen de un cristo que sangró en 1959. Pero no sólo ha sido esta escultura la única. Datos y crónicas de 1527 apuntan que en Roma otro cristo lloró copiosamente, echo interpretado por muchos creyentes como un premonitorio saqueo que iba a sufrir la ciudad.

Antonietta Janusso, una joven italiana de Siracusa, Sicilia, fue testigo en primera línea de un supuesto milagro obrado por la virgen. Esto ocurrió en 1953, entonces Antonietta se encontraba embarazada y comenzó a experimentar síntomas de una rara enfermedad. Sufría constantemente convulsiones y ataques, a lo que se unían periodos de ceguera, sordera y enmudecimientos.

La joven Antonietta se encontraba postrada en su cama, cuando un buen día dirigió la mirada hacia la imagen de la virgen que tenía colgada en la pared, al mismo tiempo que comprobó sorprendida, que aquella pequeña imagen de yeso de la Virgen del Inmaculado Corazón de María empezaba a llorar auténticas lágrimas.

Así ocurrió durante varios días y curiosamente desde el primer momento en que lloró la Virgen, la joven mejoraba de su enfermedad. Tal fue el caso, que el último día que la Señora del Inmaculado Corazón derramó sus lágrimas, Antonietta estaba totalmente recuperada. Todo esto sin contar la gran cantidad de testigos que presenciaron el fenómeno y al que no dudaron de calificar como milagro.

En 1968, en la iglesia brasileña de Porto das Caixas, un crucifijo con más de 300 años de antigüedad, también sangró delante de una gran cantidad de testigos. Después de algunos estudios efectuados a la santa imagen, se comprobó que se trataba de auténtica sangre humana.

Seguimos en 1968 y de nuevo con otro cristo crucificado. El lugar escogido, Portugal, concretamente Ladeira do Pinheiro. Allí, el 1 de diciembre, la imagen de un crucificado propiedad de María Concepción Mendes Horta comenzó a sudar y desprender un olor muy característico. Esta situación se produjo durante todo el mes. Según muchos testigos, la imagen comenzó el 4 de enero de 1969 a sudar sangre, y aunque al principio fue tímidamente, el primer viernes de marzo de 1971 la emanación resultó ser muy abundante.

Hay que unir al hecho, las estigmatizaciones sufridas por la dueña de la imagen a la que en determinados periodos se le marcaba una pequeña cruz en la frente. Otro caso de lienzo misterioso fue el de un matrimonio de Florencia en 1969. Un hombre y su esposa pudieron ser testigos de como un cuadro de Murillo con la imagen de una Virgen con el niño que tenían en su domicilio comenzó a llorar sangre. Pero no queda ahí el caso, puesto que ambos aseguraron que la Virgen les avisó días antes de dicho llanto.

Enseguida la iglesia tomó cartas en el asunto y durante dos meses investigaron aquella misteriosa pintura, afirmando una vez concluidas las investigaciones que no habían encontrado ninguna causa que produjera tal prodigio. La imagen, que fue devuelta a sus propietarios, nunca más volvería a llorar.

Casi siempre estos tipos de “milagros” son atribuidos a una fe y devoción desproporcionadas por parte de algunos creyentes. Eso no quita para que estos fenómenos dejen de ser enigmáticos.

Eso le ocurrió a Teresa Musco. Teresa nacida el 7 de febrero de 1943 en Caiazzo (Italia), fue una católica convencida desde pequeña y sentía una gran devoción por todo lo que tuviera que ver con Dios y su palabra. En 1951 fue sometida a una intervención quirúrgica por parte del Doctor Francesco Sorbo. A partir de ese momento la vida de Teresa fue un auténtico calvario, llegando a operarse mas de cien veces. Como suena.

El 1 de Abril de 1959 recibió supuestamente un mensaje de Jesús en el que le confirmaría su misión terrenal, una misión dedicada por completo al sufrimiento y al dolor.

Diez años después, en 1969, entre el Jueves Santo y la Pascua sufre los primeros estigmas en manos y pies. Dos años más tarde comienzan a llorar sangre las imágenes que Teresa tenía en su casa. Entre 1971 y 1976 protagoniza mas de medio centenar de casos, coincidiendo esto, con un notable empeoramiento de su salud.

El 26 de junio de 1976, le implantaron un riñón artificial, muriendo aquel mismo año a la edad de 33 años. Un dato que coincide con otros casos de personas que como Teresa, afirmaban haber recibido mensajes divinos y soportar toda una vida de dolor y sufrimiento.

Boothwyn, Penssylvania, también tiene su propio cristo sangrante. La historia comenzó un buen día de Abril de 1975 cuando una feligresa llamada Anne Poore rezaba de rodillas ante la figura de un Sagrado Corazón. Pero cuando Anne alzó la mirada hacia la imagen, dos gotas de sangre brotaban por las manos de la estatua.

A partir de ese momento, Anne construyó un pequeño santuario para todos aquellos feligreses que quisieran ver por sus propios ojos aquel prodigio divino, aunque posteriormente la figura fue trasladada a la iglesia episcopal de Saint Luke, en Eddystone, Pennsylvania donde se encuentra en la actualidad.

La santa imagen de Cristo fue analizada por un distinguido médico de Filadelfia, el doctor Joseph Rovito. El insigne galeno analizó la figura con rayos x con el firme propósito de encontrar algún tipo de mecanismo que pudiera originar aquellos borbotones de sangre. El resultado de dichas investigaciones no reflejó sospecha de fraude alguno.

Joseph Rovito fue más allá y analizó la sangre que emanaba por las manos de la figura. La conclusión de dichos análisis fue increíble. Los resultados reflejaron que se trataba de sangre humana con una bajísima proporción en glóbulos rojos, lo cual indicaba una gran antigüedad, tal es así que el doctor Rovito no pudo ni determinar el grupo sanguíneo.

Otro suceso similar ocurrido en 1975 fue el protagonizado por A. Amelio Inocenti, un vecino de la localidad argentina de Mendonza, cuando una estatua de su propiedad que representaba la Virgen de Lourdes empezó a llorar sangre el día 18 de enero. Este caso no fue el único, ya que durante catorce años se siguieron repitiendo los llantos de sangre de dicha imagen.

Pero sin embargo, el más impresionante de estos fenómenos se produjo en la ciudad japonesa de Akita donde la imagen que representa a “La Señora de todo el pueblo” lloró lágrimas en 101 ocasiones en un periodo estimado desde el 4 de enero de 1975 y el 15 de septiembre de 1981. Dicho prodigio fue contemplado por más de doce mil testigos. El Obispo de la diócesis informó al completo a Roma y en 1984 el Vaticano autorizó el culto de la Santa Virgen de Akita.

La década de los 80 fue quizás la más destacada en este tipo de casos, ya que se registraron una gran cantidad de manifestaciones durante este periodo. Una imagen de la Señora de Fátima comenzó a emanar sangre por los ojos y el corazón durante tres meses en 1981.

En 1982 sucedió uno de los sucesos más curiosos. Dos estatuas idénticas de Rosa Mística fueron vendidas en una tienda de Chiaviari, en Génova. Una de las figuras se quedó en Italia mientras que la otra fue a parar a Bélgica. La imagen italiana lloró sangre en presencia de varios testigos, entre ellos varios religiosos y un Obispo. Sin embargo, cuentan que la estatua de Bélgica también lloró, aunque en esta ocasión lágrimas humanas.

Otros casos de Rosa Mística que lloraron sangre fueron los sucedidos en el neoyorquino barrio de Brooklyn, el 19 de mayo de 1984 en la iglesia de Santa Messa, donde la Virgen derramó varios litros de lágrimas en apenas 24 horas. Se da la circunstancia, que alguno de los muchísimos testigos del acontecimiento recogieron sangre en un cáliz, a modo de reliquia. Días más tarde, otra estatua de Rosa Mística también lloró, esta vez en la iglesia de San Juan de Dios, en Chicago, llorando ininterrumpidamente desde las 16:30 horas del día 29 de mayo hasta el 31 de dicho mes. Este caso incluso llegó a ser retransmitido por televisión, llegando a ser 20.000, los testigos de aquel prodigio.

En Abril de 1985, el padre Giorgio Masi envió un informe detallado a Roma informando del suceso de Chicago y los análisis realizados posteriormente reflejaron con toda nitidez que se trataba de lágrimas humanas.

Pero no solo lloran las figuras y retablos marianos. Entre 1984 y 1985 varios carteles con la imagen de la Virgen de Fátima se tiñeron literalmente de rojo. Esto ocurrió en Canadá, durante la diócesis de Québec. Una veintena de casos fueron contabilizados durante ese año.

El 16 de septiembre de 1994 ocurrió el suceso más impactante de estos últimos años. Una estatuilla de la Virgen de Medjugorje comenzó a llorar sangre ante los ojos de una humilde familia en Civitavecchia, Italia.

La figura era propiedad de Fabio Gregori, un electricista de 42 años que aprovecho el viaje del párroco de San Agustín, el español Pablo Martín Sanguiao, a Medjugorje para encargarle una figura de la Virgen de dicha localidad croata, especialmente famosa por sus ya celebres apariciones marianas y que cobraron mucha más relevancia con la trágica guerra de los Balcanes. Fabrizio Gregori nada más recibir el encargo, colocó la figura en el jardín de su casa.

Un buen día, concretamente el 2 de febrero de 1995, la hija del matrimonio Gregori, de seis años de edad, vio interrumpido su apacible juego en el jardín de su casa por algo que la sobrecogió muchísimo. Aquella pequeña imagen de la Virgen estaba llorando sangre.

Rápidamente fue corriendo a decírselo a sus padres, y Fabrizio al contemplar aquello, no dudo ni un instante en informar de lo sucedido al párroco que le había traído el encargo, siendo Pablo Martín testigo directo del suceso. La noticia corrió como la pólvora y enseguida se difundió por todo el planeta. Civitavecchia se convirtió en aquel momento en el centro de todas las miradas episcopales y lugar de peregrinaje de fieles y curiosos.

Pero no fue la única manifestación la de aquel día de febrero. Durante los 3 días posteriores, la imagen llegó a llorar sangre hasta en diez ocasiones. Todo un misterio que a día de hoy todavía no tiene explicación alguna a tal fenómeno. Por su parte la Iglesia, sigue sin pronunciarse sobre aquel misterioso llanto de sangre en Civitavecchia.

Otro caso similar ocurrió el 16 de marzo de 1998 en la localidad catalana de Mura. Allí, otra imagen de la Virgen de Medjugorje también derramó lágrimas de sangre en la iglesia de San Martín. Luis Costa, párroco de dicha iglesia fue quien descubrió tal prodigio, avisando inmediatamente del suceso a varios vecinos.

Una semana mas tarde, el Obispo de Vic tomó cartas en el asunto y exigió el traslado de la imagen al obispado para su estudio y análisis. Tras varias semanas de total mutismo sobre el caso, se hicieron públicos los resultados. En un comunicado oficial, la Iglesia mantuvo que todo fue un engaño por parte de unos vecinos, y que la sangre era humana y había sido colocada sobre la estatua intencionadamente.

A raíz de eso, la jerarquía de Vic ordenó el traslado del párroco a la residencia sacerdotal . Nunca más volvería a repetirse el fenómeno, pero siempre quedará en el aire la autenticidad de aquel suceso.


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