¿Se imagina que va usted conduciendo tranquilamente por una autopista y que en un punto del trayecto entra en una espesa niebla y aparece de repente en otro lugar y con la sensación de faltarle un espacio de tiempo del cual no recuerda absolutamente nada?. Eso es lo que comúnmente se llama en el argot parapsicológico una Teleportación. Son muchos los casos de este tipo ocurridos a lo largo de los años, incluso en la antigüedad se conocen varios muy curiosos. Uno de ellos, fue el que protagonizó, según un relato del siglo XVI, un soldado español destacado en una guarnición en Manila, Filipinas, y que el 25 de octubre de 1593 se encontró en un abrir y cerrar de ojos a 15.000 kilómetros, ni más ni menos que en la plaza mayor de la ciudad de México. Treinta y ocho años más tarde, en 1631, la Santa Inquisición detuvo y sometió a un Tribunal a la monja María Jesús de Ágreda, quien afirmaba con rotundidad haber viajado al Nuevo Mundo en más de 500 ocasiones, con el fin de evangelizar a los nativos de aquellas tierras, cosa que parecía imposible, ya que la religiosa nunca abandonó el convento donde se encontraba en los once años que había estado allí. Pero la sorpresa fue tal, cuando el misionero Alonzo Benavides acompañado de otros tantos, llegó a Nuevo México para cristianizar a los indios jumaros, comprobando ante su extrañeza, que aquellos nativos ya conocían el cristianismo y todo lo referente a la fe católica. Al llegar a España, dicho misionero puso en conocimiento de la Santa Inquisición el singular descubrimiento, al mismo tiempo que enseñó el cáliz con el cual los indios procedían a sus celebraciones cristianas. Cual fue la sorpresa del Tribunal de la Inquisición al comprobar que dicho cáliz provenía del convento donde había permanecido la monja María Jesús de Ágreda los últimos once años y sin constancia alguna de haberlo abandonado en ningún momento. La madrugada del 20 de Abril de 1969, un granjero de 25 años de edad y de nombre Adelino Roque, partió de la Villa de Itacu (Brasil) a lomos de su caballo, cuando una enorme fuente de luz lo dejó inconsciente durante varias horas. Cuando despertó, se encontraba encima de una roca junto al río Paranaiba, a unos 250 kilómetros del lugar donde partió. Posteriormente la vida del joven granjero cambió por completo y sus familiares y amigos comenzaron a detectar un importante deterioro tanto físico como mental en Adelino, que finalmente murió el 12 de Junio de ese mismo año en el Hospital de Itacu. Justo doce años después, el 20 de Abril de 1981 y también en Brasil, Jorge Souza Ramos, se desplazaba con su vehículo por la autopista BR-101 Norte a veinte kilómetros de la localidad de Linhares, cuando de pronto un rayo de luz fortísimo lo dejó literalmente paralizado. Una vez que volvió en sí, comprobó que se encontraba a 980 kilómetros de Linhares, concretamente en la ciudad de Gaiania y que habían pasado cinco días desde su desaparición, cinco días de los que no tenía constancia de nada. Posteriormente comentó lo sucedido a su esposa y a la policía, la cual lo había dado por desparecido y del que no se encontraron ni rastro tanto de él como de su vehículo durante las investigaciones. El 6 de Julio de 1978, Francisco Sánchez, de 66 años se desplazaba con su hijo entre las localidades argentinas de Luján de Cuyo y Mendoza por una autopista, cuando de repente su viejo Chrysler se vio envuelto en una potente luz y comenzó a elevarse. Según Francisco: “Comenzamos a sentir un frío impresionante, en tanto que la luz que nos rodeaba se tornaba más fuerte. Primero era de una tonalidad anaranjada, pero a estas alturas era totalmente blanca... lechosa, diría. Pasaron algunos minutos, no podíamos precisar el tiempo transcurrido, y apareció ante nosotros una extraña ciudad, totalmente iluminada con fortísimos colores, entre los que sobresalían destellos rojos y cobrizos”. Pero además de todo esto, los testigos aseguran que pudieron observar grandes avenidas totalmente vacías mientras su coche seguía en el aire. Cuando todo esto pasó y su vehículo tomó tierra, Francisco Sánchez y su hijo se encontraban a unos diez kilómetros del lugar donde fueron elevados. Pruebas médicas efectuadas a los testigos posteriormente, dictaminaron que efectivamente estaban contando algo que habían vivido. Pero no sólo sufren este tipo de fenómenos de teleportación las personas, ya que también se han dado casos de objetos. Por ejemplo el que le ocurrió al autor del Exorcista, William Blatty. Tras la muerte de su madre, ésta fue enterrada con un valioso medallón en su cuello. Meses después del funeral, el colgante apareció un buen día en el cuello de Blatty. Otro de los casos mas impresionantes fue el que vivieron a finales de 1981 siete catalanes a bordo de un pequeño velero. Tras verse envuelto en una gran tormenta, el velero se alejó 1000 millas de la costa mas cercana. Cuando amainó el fuerte temporal, se encontraban en las inmediaciones del Mar de los Sargazos, sin apenas combustible ni avituallamientos, totalmente a la deriva. En un momento determinado y ajenos a ello, el barco había virado su posición, sin que el timonel hubiera echo tal maniobra. Cuando tomaron nuevas lecturas de la posición, se sorprendieron al comprobar que se encontraban a 300 millas del punto costero más cercano y que sus relojes, a los que ninguno había cambiado la hora, no reflejaban el tiempo transcurrido. Además todos afirmaron que parecía que se hubiera pasado del día a la noche en un segundo. Espesas nieblas, potentes rayos de luz, perdidas de la noción del tiempo...¿qué provoca este fenómeno? ¿Ovnis? ¿Campos magnéticos? ¿Puertas dimensionales?...No sabemos la respuesta, pero si van por una carretera y observan de pronto una espesa niebla, agárrese bien al volante y abróchese el cinturón, por que puede que comience un viaje a lo desconocido.