El Mary Celeste


El mar nos tiene acostumbrados a leyendas o historias fantásticas y misteriosas. Es por ello, que a la hora de narrar un relato más o menos con tintes enigmáticos, éste cobra más protagonismo de lo habitual, sencillamente por el respeto y desconocimiento que tenemos sobre los mares y océanos de nuestro planeta.

Una de esas historias de misterios marinos, fue la que protagonizó el Mary Celeste, un bergantín estadounidense que fue encontrado a la deriva sin nadie a bordo en 1872. Visto de esta manera parece otro caso más dentro de las historias de naufragios o piratas que de misterios.
Sin embargo, hay una serie de claves que lo convierten en una de las leyendas más enigmáticas en el amplio abanico de sucesos ocurridos en alta mar.

El bergantín estuvo varias semanas en el muelle 44 del puerto de Nueva York, a la espera de buenas noticias meteorológicas para emprender rumbo a Europa.

El Mary Celeste, de la compañía de J.H. Winchester & Co. del consorcio de armadores de Nueva York, estaba formado en su tripulación por el capitán Benjamin S. Briggs, su esposa Sarah Elizabeth, su hija de dos años Sophia Matilda, dos oficiales Albert G. Richardson y Andrew Gilling; el cocinero y camarero Edward William Head; y cuatro marineros de origen alemán.

Finalmente, el Mary Celeste partió de la bahía de Staten Island el 7 de noviembre de 1872, aprovechando el buen tiempo con rumbo al viejo continente, con una carga de 1701 barriles de alcohol desnaturalizado, la cual tendría que llevar hasta el puerto de Génova (Italia) donde se transportaría a la compañía H. Mascerenhas & Co.
Ocho días después, zarparía también desde Nueva York el Dei Gratia, otro bergantín, con rumbo a Gibraltar, de la mano de su capitán David Reed Morehouse. La tripulación del Mary Celeste y la del Dei Gratia, mantenían una estrecha relación, ya que tenían el amarre en el mismo puerto y compartían bastantes momentos a la espera de la llegada del buen tiempo.

El 5 de diciembre de 1872, John Johnson, vigía del Dei Gratia divisó por estribor el Mary Celeste, a unas 700 millas de Gibraltar y sin rumbo fijo. El contacto con éste se perdió prácticamente desde que zarpó de New York y se introdujo mar a dentro. El Mary Celeste no llevaba rumbo a Europa, sino todo lo contrario y todo esto navegando a media vela.

El Dei Gratia se acercó, y la tripulación pudo observar la extraña disposición en el velamen del Mary Celeste. La vela mayor se encontraba medio caída sobre la proa. Posteriormente hicieron señales luminosas a menos de 400 metros, pero no recibieron respuesta alguna. Extrañados por la situación, decidieron acercarse más al navío y comprobaron la ausencia de tripulación alguna a bordo.

Instantes después, el Capitán del Dei Gratia, ordenó a tres de sus hombres arriar un bote y abordar al Mary Celeste en busca de alguna respuesta a tan misteriosa estampa.

Una vez a bordo, los marineros del Dei Gratia confirmaron la ausencia de tripulación. El timón estaba a merced del viento y durante mas de una hora buscaron y rebuscaron todo el barco en busca de alguna persona. No encontraron a nadie. El Barco navegaba sólo por las aguas del océano Atlántico, hasta que se percataron de un detalle muy importante: Hasta hacía bien poco, la tripulación estuvo en el barco.

Los marineros se encontraron con la mesa recién puesta para empezar a comer, con la comida y el té todavía humeantes y sin haber nadie tocado nada.

Los equipajes, las ropas, las joyas de valor... todo estaba allí, como si nada hubiera pasado, todo menos la tripulación. Más tarde descubrieron que faltaba un bote salvavidas, el sextante, un cronómetro y la documentación de la carga. ¿Por que han abandonado el barco?, Eso mismo se preguntaron los tres marineros del Dei Gratia.

Nadie sabía lo que había ocurrido. La carga con los barriles de alcohol estaba completa. Suficiente comida y agua para la travesía. No había indicios de contrabando de ninguna clase o carga explosiva alguna. Por supuesto, tampoco había nada que pudiera suponerse como un ataque de piratas.

Pero un nuevo detalle vuelca aún más si cabe el misterio sobre el Mary Celeste, ya que la cabina del puente de mando se encontraba totalmente parapetada con maderas que habían sido clavadas como si se hubieran querido defender de algo, ¿pero de quién?.

En el interior de la cabina se encontraban todos los elementos propios para la navegación, así como el diario de a bordo, con la fecha del 25 de noviembre como referencia más actual. Según el diario, tal fecha el Mary Celeste se encontraba en la Isla Santa María, en las Azores, a unas 400 millas al oeste de donde lo encontró el Dei Gratia.

Una de las primeras hipótesis que se plantearon fue el abandono del barco durante la fecha indicada en el diario. Si esto hubiera sido así, el barco habría navegado durante más de una semana y media sin tripulación, pero eso no se correspondía con el momento en que fue descubierto el Mary Celeste, ya que llevaba las velas desplegadas, excepto la mayor, y tomando el viento por la amura de estribor, maniobra de rumbo idéntica a la que empleó el Dei Gratia desde las Azores pero tomando el viento por la amura de babor, en lo que se deduce que de ser así alguien tuvo que dirigir el barco.

Otra de las hipótesis que se barajaron fue la de un posible motín a bordo, y el asesinato del capitán y su familia por parte de los marineros, los cuales abandonaron el barco en el bote salvavidas, pero esta versión de los hechos fue también denegada por las autoridades que investigaron el suceso, ya que a bordo del Mary Celeste no se encontró indicios de lucha o resistencia, al mismo tiempo que de ser así, tarde o temprano se hubiera obtenido noticia sobre alguno de los marineros del misterioso bergantín.

Estas investigaciones fueron realizadas por el Almirantazgo británico en Gibraltar, lugar al que llegó el Mary Celeste el 12 de diciembre remolcado por el Dei Gratia, el cual puso en conocimiento del Fiscal General de Gibraltar el rescate del Mary Celeste en alta mar así como el estado en el que se encontraba el bergantín en el momento de su rescate.

Tras muchas investigaciones realizadas en torno a este caso, las autoridades de la época no encontraron explicación alguna a la desaparición de todos los tripulantes del Mary Celeste. Se vertieron muchas hipótesis sobre el suceso, de las cuales ninguna llegó a tener fundamento y una base sólida en la que apoyar la investigación.

El Mary Celeste fue construido en 1860 y un año después fue botado con el nombre de Amazon. Tras su botadura, una serie de accidentes le colocaron el cartel de “maldito” al bergantín neoyorquino.

Robert Mc. Lellan, primer capitán que tuvo el barco, murió repentinamente a bordo. El segundo capitán, John Nutting Parker encalló con el barco cerca del estado de Maine, destrozando el casco, al mismo tiempo que cuando lo reparaban se incendió en el propio astillero. El capitán Parker fue destituido de su cargo.

En su primera travesía por el Atlántico, impactó con otro bergantín al cual hundió en el estrecho de Dover. El capitán también fue expulsado.

En su vuelta a América también encalló, esta vez cerca de Cow Bay, con el consiguiente despido de su nuevo capitán. Así, una y otra vez, fueron perdiendo sus puestos los respectivos capitanes que tenía el Mary Celeste, al tiempo que todas las compañías que se hacían con el velero terminaban en la ruina.

Después de la misteriosa desaparición de los tripulantes, el Mary Celeste volvió a navegar y cambió de mano hasta 17 veces. El último capitán del bergantín maldito fue Gilman Parker. Parker estaba obsesionado con la maldición que perseguía al barco, así que un buen día emborrachó a toda su tripulación en aguas del caribe y bajo su mando llevó al Mary Celeste hacia los temidos arrecifes de Haití donde arrojó el barco con el consiguiente hundimiento del “ bergantín maldito” y toda su tripulación en las frías aguas atlánticas.

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